Sunday, December 6, 2015

Dying is an art

 like everything else, I do it exceptionally bad. La primera vez resultó ser una caricatura ridícula, luego me volví más sofisticado. Siempre me ha gustado la sutileza, el resto es vulgaridad. El vaso con agua, jabón, cloro, pasta de dientes y todo lo químico en el baño de una casa a los ocho años, vulgar. Así que en la búsqueda de la elegancia natural (esa que tiene que parecer que sale sin esfuerzo) volví a mi cuerpo en mi contra.
Sutilmente, no me di cuenta cómo lo hice ni cuándo empecé, pero resultó, un poco, no lo suficiente. El misterio detrás de la inflamación de mis meninges sin la asistencia de agentes patógenos y el micro infarto cerebral fue resuelto demasiado rápido y este segundo intento quedó en nada. No desistí, y vinieron los cuatro micro infartos, quizás con más de esos de una sola vez los doctores no alcanzaban a hacer nada. Fallé de nuevo, la tercera no fue la vencida.
Tozudez, fui por una cuarta y por un momento perdí el habla y tuve miedo. Parecía que esa vez sí iba a resultar. Fue otro fracaso que solo complica más el plan, con cada intento que no funciona aumenta la pulsión.

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